LA DEPENDIENTA Y BYUNG CHUL HAN
La novela La
dependienta de Sayaka Murata, es un libro extraño. Se nos publicita como una
novela que expresa lo difícil que es integrarse en el mundo para las personas
que son diferentes. Sin embargo, leerla después del ensayo de Buyung Chul Han,
Topología de la violencia, te da una perspectiva muy distinta sobre la
novela.
La protagonista, Furukura, es
la mujer que narra en primera persona sus intentos por pasar por una persona
normal. La etiqueta de "normal" funciona aquí como una especie de
validación que los otros te otorgan. Furukura se esfuerza mucho por lograr esa
etiqueta y para ello observa y copia lo que se supone hacen las personas
normales.
El contraste cómico se articula
precisamente en esos intentos de Furukura por pasar por una persona normal.
El caso es que Furukura, para
aparentar ser una persona normal, se ha convertido en una especie de robot. Su
perplejidad también deja "desnudas" nuestras pautas de funcionamiento
como seres normales, pues evidencia la falta de racionalidad de nuestras
costumbres.
Es en esa deshumanización, en
esa autoexplotación, donde la novela nos recuerda al ensayo de Byung. Ella
cuida su descanso y su alimentación, así como su buena presencia física, solo
para desempeñar su rol en la tienda. No come porque le de placer, pues los
alimentos no le saben a nada. Come porque ha de tener energía para desempeñar
su trabajo.
Al igual que explica Buyung, la
presión para funcionar de esa manera no proviene de la sociedad, ni de nada
externo; es algo interior, personal. Es la protagonista la que se autoexplota,
la que deja que incluso la música de la tienda ocupe continuamente su mente.
Prefiere ser una dependienta a una hembra humana. Porque el mundo de la tienda
es un mundo racional, previsible, lógico, que ella controla. El otro mundo es
el mundo primitivo, el de las emociones y las pulsiones en el que ella no sabe
cómo desenvolverse.
En la novela asistimos a la
posesión de un ser humano por una organización robótica como una tienda de tipo
konbini.
Cuando cada vez más se desvirtúa
la importancia de las emociones y los sentimientos, parece que el ideal futuro
es una humanidad de Furukuras.
También los consumidores que
entran en la tienda konbini son proyectados como semidioses. Hay que satisfacer
rápidamente sus deseos y necesidades.
A ratos se trata de una novela
cómica, pero al final es más bien una novela de terror.