Imagen: Dimitri Hotteman |
A veces conocemos la manera correcta o ideal de hacer las cosas, pero nos resulta muy difícil llevarlo a la práctica. Como cuando nuestra impulsividad nos lleva a cruzar el paso de peatones con el semáforo en rojo porque vemos que no viene nadie.
En mediación, mucho se insiste sobre la necesaria neutralidad de la persona mediadora. También se advierte de que las partes implicadas en el conflicto tratarán de inclinar el favor de la persona mediadora hacia su lado.
En mediación, mucho se insiste sobre la necesaria neutralidad de la persona mediadora. También se advierte de que las partes implicadas en el conflicto tratarán de inclinar el favor de la persona mediadora hacia su lado.
Francisco Diez y Gachi Tapia en Herramientas para trabajar en mediación, admiten que la pretendida
neutralidad del mediador es utópica, puesto que como personas que somos, en el proceso entran en juego también nuestros
valores, sentimientos y experiencias.
Para mantenernos neutrales deberíamos de no implicarnos en absoluto en
lo que se está planteando y por lo tanto, resultaríamos algo así como el
invitado de piedra, totalmente inoperante. Un oyente frío e insensible no
invita a que le contemos nuestras preocupaciones o problemas.
El otro extremo, dejarnos llevar por nuestras emociones y
tomar partido, haría imposible la
mediación o llevaría a un acuerdo no plenamente asumido por una de las partes.
Como posible solución a este dilema, Fco. Díez y G.Tapia
proponen que la persona mediadora sea multiparcial, es decir, que pueda
adherirse a la versión, a la narrativa y al rol de cada una de las partes en el
conflicto.
R. Calcaterra, en Mediación
estratégica, también niega que la neutralidad consista en tratar por igual
a las partes implicadas. Dependerá del tipo de personas, para conseguir que la
comunicación fluya y sintonicen, será necesario que unas veces se “legitime” a
la persona y otras se le marquen límites.
Propone una “neutralidad
resignificada” que podríamos explicar como la necesidad de reasignar
continuamente una posición positiva que legitime el discurso. Para esta labor,
la persona mediadora debe concentrarse en ayudar a las partes a construir una
narrativa coherente, de manera que pueda dejar al margen su propio “medio
intrapsíquico”.
Estos autores siguen a Sara Cobbs que define la neutralidad
en mediación como «la práctica de la multiparcialidad destinada a crear las
mismas condiciones en el discurso».
Bibliografía: Fco.Díez y
G.Tapia, Herramientas para trabajar la
mediación
R.A.Calcaterra, Mediación estratégica
S.Cobbs,
La pragmática de la neutralidad en la
mediación de disputas.
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