domingo, 9 de agosto de 2020

LA DEPENDIENTA Y BYUNG CHUL HAN


LA DEPENDIENTA Y BYUNG CHUL HAN


La novela La dependienta de Sayaka Murata, es un libro extraño. Se nos publicita como una novela que expresa lo difícil que es integrarse en el mundo para las personas que son diferentes. Sin embargo, leerla después del ensayo de Buyung Chul Han, Topología de la violencia, te da una perspectiva muy distinta sobre la novela. 
La protagonista, Furukura, es la mujer que narra en primera persona sus intentos por pasar por una persona normal. La etiqueta de "normal" funciona aquí como una especie de validación que los otros te otorgan. Furukura se esfuerza mucho por lograr esa etiqueta y para ello observa y copia lo que se supone hacen las personas normales. 
El contraste cómico se articula precisamente en esos intentos de Furukura por pasar por una persona normal. 
El caso es que Furukura, para aparentar ser una persona normal, se ha convertido en una especie de robot. Su perplejidad también deja "desnudas" nuestras pautas de funcionamiento como seres normales, pues evidencia la falta de racionalidad de nuestras costumbres. 
Es en esa deshumanización, en esa autoexplotación, donde la novela nos recuerda al ensayo de Byung. Ella cuida su descanso y su alimentación, así como su buena presencia física, solo para desempeñar su rol en la tienda. No come porque le de placer, pues los alimentos no le saben a nada. Come porque ha de tener energía para desempeñar su trabajo.
Al igual que explica Buyung, la presión para funcionar de esa manera no proviene de la sociedad, ni de nada externo; es algo interior, personal. Es la protagonista la que se autoexplota, la que deja que incluso la música de la tienda ocupe continuamente su mente. Prefiere ser una dependienta a una hembra humana. Porque el mundo de la tienda es un mundo racional, previsible, lógico, que ella controla. El otro mundo es el mundo primitivo, el de las emociones y las pulsiones en el que ella no sabe cómo desenvolverse.
En la novela asistimos a la posesión de un ser humano por una organización robótica como una tienda de tipo konbini.
Cuando cada vez más se desvirtúa la importancia de las emociones y los sentimientos, parece que el ideal futuro es una humanidad de Furukuras.
También los consumidores que entran en la tienda konbini son proyectados como semidioses. Hay que satisfacer rápidamente sus deseos y necesidades. 

A ratos se trata de una novela cómica, pero al final es más bien una novela de terror. 


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